Mein Raum: Resumen de la situación en Siria, Marzo 2013

Lo que pasa en Siria comenzó como una simple lucha clasista y facciosa, que fue aprovechada por diversos interesados extranjeros, agrandando, exagerando, y sacando de control las cosas, hasta convertir en situación en una escalada de violencia que hoy derivó en una guerra civil que ya se llevó 70.000 vidas. Por su parte, el Gobierno de Bashar Al-Assad resiste, pero ya no controla buena parte de su territorio y cada vez más el peso diplomático de la situación va empujándolo hacia afuera, por más que militarmente esté ganando la guerra. Por ejemplo, Al-Assad acaba de perder la representación de Siria en la Liga Árabe.

Estructuralmente, el país se degrada y la inflación y el desabastecimiento se disparan. Siria subsiste hoy por las toneladas de ayuda humanitaria que lleguan desde sus amigos orientales, más el sistema de préstamos que gestó Irán el pasado mes. La situación humanitaria es desesperante, generándose decenas de miles de casos de hambruna, desabastecimiento de agua y electricidad, más ya un millón de refugiados (casi el 5% de la población siria).

Ahora los terroristas, mercenarios y extremistas que operan en Siria, en su delirio, atacan cualquier estructura militar o civil, ya sea a su propio pueblo hasta a las tropas de observación y contingencia de la ONU, como es el caso de los cascos azules que fueron tomados por prisioneros por parte de la Oposición.

Otra mancha más al tigre, que pareciera no alcanzar para terminar de convencer a la opinión pública internacional que lo que pasa en Siria escapa absolutamente a un problema político interno, sino que, en cambio, tiene que ver con una situación geo-política internacional, debido a los intereses que tiene la NATO de desarticular el tridente de Siria, Irán y el Hezbollah libanés, al tiempo que la Hermandad Musulmana extiende su influencia para chocar fronteras con Anatolia - habiendo proclamado a mediados del año pasado un emirato islámico en Alepo -, además de existir un claro interés de Turquía en expandir su influencia sobre los antiguos territorios del Imperio Otomano, de la mano de Erdogan, quien se ve a sí mismo, en sus adentros, como un nuevo sultán otomano.

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